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La ciencia del remojo
Las bañeras de hidromasaje, las fuentes termales y los baños termales se han utilizado durante siglos con fines terapéuticos y de relajación. La experiencia de sumergirse en agua calentada a 38-40 grados Celsius (100-104 grados Fahrenheit) no sólo es placentera, sino también científicamente beneficiosa para el cuerpo y la mente. Exploramos los efectos fisiológicos y psicológicos de la inmersión en agua caliente, respaldados por investigaciones científicas.
Termorregulación y homeostasis
La termorregulación es el proceso mediante el cual el cuerpo mantiene su temperatura interna central. Cuando te sumerges en una bañera de hidromasaje, se activan varios mecanismos de termorregulación para gestionar la mayor exposición al calor.
Vasodilatación y flujo sanguíneo:
Vasodilatación:
El agua caliente dilata los vasos sanguíneos cercanos a la piel. Este proceso, conocido como vasodilatación, aumenta el flujo sanguíneo a la superficie de la piel, ayudando a disipar el exceso de calor y a mantener la temperatura corporal central.
Tensión arterial:
A pesar del aumento del flujo sanguíneo, el efecto global de la vasodilatación puede provocar una disminución temporal de la presión arterial, lo que contribuye al efecto de relajación. Los estudios demuestran que la reducción de la resistencia periférica ayuda a disminuir la presión arterial sistémica (Tzschoppe et al., 2014).
Gasto cardíaco:
El aumento del flujo sanguíneo cerca de la piel obliga al corazón a bombear con más eficacia, lo que incrementa el gasto cardíaco. Este aumento imita el ejercicio cardiovascular, proporcionando un entrenamiento suave para el corazón (Brunt et al., 2016).
La investigación de Kamiya et al. (2019) indica que la inmersión en agua caliente puede mejorar la variabilidad de la frecuencia cardíaca, un marcador de la salud cardiovascular.
Relajación muscular y alivio del dolor
El efecto calmante del agua caliente sobre músculos y articulaciones es una de las principales razones por las que la gente utiliza los jacuzzis.
Relajación muscular:
El calor del agua penetra profundamente en los tejidos musculares, aumentando la elasticidad y reduciendo la rigidez. Este efecto de relajación se debe a la reducción de la descarga gamma eferente y al aumento de la relajación del huso muscular, que disminuyen el tono muscular (Petrofsky et al., 2013).
Alivio del dolor:
La aplicación de calor puede bloquear las señales de dolor transmitidas al cerebro mediante la estimulación de los termorreceptores, que pueden anular los receptores del dolor. Este proceso, conocido como "teoría de la puerta de control del dolor", ayuda a aliviar el malestar (Melzack y Wall, 1965).
Un estudio de Dubois et al. (2016) descubrió que la inmersión en agua caliente reduce significativamente el dolor crónico y mejora la calidad de vida de pacientes con afecciones como artritis y fibromialgia.
Mejora la flexibilidad y la salud de las articulaciones:
El aumento de la elasticidad de tendones, ligamentos y tejidos conjuntivos en respuesta al calor permite mejorar la flexibilidad y la amplitud de movimiento. Esto puede ser especialmente beneficioso para las personas que se recuperan de lesiones o que padecen enfermedades como la artrosis (Garfinkel et al., 1994).
Bienestar psicológico y mental
Sumergirse en un jacuzzi puede tener profundos efectos sobre la salud mental y los niveles de estrés.
Liberación de endorfinas:
La inmersión en agua caliente estimula la liberación de endorfinas, que son analgésicos naturales y elevan el estado de ánimo. Las endorfinas interactúan con los receptores cerebrales, reduciendo la percepción del dolor y desencadenando sentimientos positivos (Stein, 1990).
Reducción de las hormonas del estrés:
Se ha demostrado que sumergirse en agua caliente reduce los niveles de cortisol, la principal hormona del estrés. Los niveles elevados de cortisol están asociados con el estrés y la ansiedad; por lo tanto, una reducción puede conducir a una sensación de calma y relajación (Morgan et al., 2013).
Atención plena y relajación:
La experiencia sensorial de estar en un jacuzzi, combinada con el sonido rítmico del agua burbujeante, puede favorecer un estado meditativo. Este entorno es propicio para las prácticas de atención plena, que han demostrado reducir el estrés y mejorar la salud mental (Zeidan et al., 2010).
Salud de la piel y desintoxicación
La piel, el órgano más grande del cuerpo, también se beneficia de los baños en agua caliente.
Mejora la salud de la piel:
El aumento de la circulación sanguínea debido a la vasodilatación aporta más oxígeno y nutrientes a la piel, lo que favorece un brillo saludable. El calor también abre los poros, facilitando la eliminación de impurezas y mejorando la claridad de la piel (Blank et al., 1989).
Desintoxicación:
La sudoración en respuesta al calor puede ayudar a eliminar toxinas del cuerpo. Este proceso, conocido como calentamiento pasivo, puede ayudar a la eliminación de metales pesados y otras toxinas a través de la piel (Sears et al., 2012).
Mejora del sueño
Los beneficios de las bañeras de hidromasaje se extienden al ámbito de la calidad del sueño.
Inicio del sueño:
El aumento de la temperatura corporal durante el baño, seguido de un enfriamiento rápido al salir del jacuzzi, imita el descenso natural de la temperatura corporal antes de dormir. Este proceso puede ayudar a conciliar el sueño más rápidamente y mejorar la latencia del inicio del sueño (Horne & Reid, 1985).
Sueño más profundo:
La relajación general de los músculos y la reducción de las hormonas del estrés contribuyen a ciclos de sueño más profundos y reparadores. Los estudios han demostrado que la calefacción pasiva puede aumentar el sueño de ondas lentas, la fase más reparadora del sueño (Krauchi & Deboer, 2010).
Salud cardiovascular
El uso regular de jacuzzis se ha asociado a diversos beneficios cardiovasculares.
Salud del corazón:
La exposición regular al agua caliente puede mejorar la salud cardiovascular general al favorecer un mejor flujo sanguíneo y reducir la carga de trabajo del corazón. El efecto vasodilatador reduce la resistencia periférica, facilitando al corazón el bombeo de sangre (Brunt et al., 2016).
Mimetismo en el ejercicio:
El aumento de la frecuencia cardiaca y la mejora de la circulación durante la inmersión en agua caliente imitan algunos de los beneficios del ejercicio físico, lo que supone una alternativa de bajo impacto para las personas que no pueden realizar una actividad física regular (Crisafulli et al., 2009).
Mecanismos de acción: Un análisis científico detallado
Respuestas termorreguladoras
La respuesta del organismo al calor está gestionada principalmente por el hipotálamo, que actúa como termostato del cuerpo. Cuando se expone a temperaturas elevadas, el hipotálamo pone en marcha varios mecanismos para enfriar el cuerpo:
Sudando:
Las glándulas sudoríparas liberan sudor, que se evapora en la superficie de la piel, eliminando calor y enfriando el cuerpo. El proceso de enfriamiento evaporativo es fundamental para mantener la homeostasis (Shibasaki y Crandall, 2010).
Vasodilatación:
Como se ha mencionado, la dilatación de los vasos sanguíneos aumenta el flujo de sangre a la piel, mejorando la disipación del calor. Este proceso está regulado por el sistema nervioso autónomo, concretamente el sistema nervioso simpático (Johnson et al., 2014)
Aumento del gasto cardíaco:
Para apoyar el aumento del flujo sanguíneo a la piel, aumenta la frecuencia cardíaca, lo que incrementa el gasto cardíaco. Esto garantiza que la sangre circule eficazmente y que el calor se distribuya desde el núcleo hacia la periferia (Cui et al., 2010).
Respuestas endocrinas
El sistema endocrino desempeña un papel importante en la respuesta del organismo al calor. Hormonas como el cortisol, la adrenalina y las endorfinas se ven influidas por el estrés térmico:
Cortisol:
El estrés crónico eleva los niveles de cortisol, lo que puede ser perjudicial para la salud. Se ha demostrado que la inmersión en agua caliente reduce los niveles de cortisol, favoreciendo un estado de relajación y reduciendo el riesgo de enfermedades relacionadas con el estrés (Morgan et al., 2013).
Adrenalina y Noradrenalina:
Estas catecolaminas intervienen en la respuesta de lucha o huida del organismo. La inmersión en agua caliente puede reducir los niveles de estas hormonas del estrés, contribuyendo aún más a un estado de relajación (Hamer et al., 2006).
Endorfinas:
La liberación de endorfinas durante la exposición al calor contribuye a aliviar el dolor y a elevar el estado de ánimo. Las endorfinas se unen a los receptores opioides del cerebro, reduciendo la percepción del dolor y creando una sensación de euforia (Stein, 1990).
Respuestas cardiovasculares
La respuesta del sistema cardiovascular a la inmersión en agua caliente implica varios cambios clave:
Variabilidad de la frecuencia cardiaca (VFC):
La VFC es una medida de la variación del tiempo entre latidos y es un marcador de la actividad del sistema nervioso autónomo. El aumento de la VFC se asocia con una mejor salud cardiovascular. La inmersión en agua caliente puede mejorar la VFC, lo que indica una mejora de la función autonómica (Kamiya et al., 2019)
Regulación de la presión arterial:
Los efectos combinados de la vasodilatación y el aumento del gasto cardíaco pueden provocar una reducción temporal de la presión arterial. Este efecto es beneficioso para las personas con hipertensión, ya que reduce la carga de trabajo del corazón y los vasos sanguíneos (Tzschoppe et al., 2014).
Mejora de la función vascular:
La exposición regular al calor puede mejorar la función endotelial, que es la capacidad de los vasos sanguíneos para dilatarse y contraerse eficazmente. Esta mejora está relacionada con una mejor salud cardiovascular y un menor riesgo de aterosclerosis (Carter et al., 2014).
Respuestas neuromusculares
La exposición al calor influye en el sistema neuromuscular de varias maneras:
Tono muscular reducido:
La aplicación de calor reduce la sensibilidad del huso muscular y la actividad eferente gamma, lo que provoca una disminución del tono muscular y reduce los espasmos musculares. Este efecto es beneficioso para afecciones como la tensión muscular y la espasticidad (Petrofsky et al., 2013).
Mejora de la viscosidad del líquido sinovial:
El calor aumenta la viscosidad del líquido sinovial, el lubricante de las articulaciones. Esta mejora de la viscosidad mejora la función articular y reduce la fricción, lo que puede aliviar los síntomas de la artritis y la rigidez articular (Garfinkel et al., 1994).
Referencias
Blank, I. H., et al. (1989). Temperatura de la piel y pérdida de agua transepidérmica. Journal of Investigative Dermatology, 93(2), 228-230.
Brunt, V. E., et al. (2016). Passive heat therapy improves endothelial function, arterial stiffness and blood pressure in sedentary humans. Revista de Fisiología, 594(18), 5329-5342.
Carter, H. H., et al. (2014). La terapia de calor mejora la función vascular en pacientes con diabetes tipo 2. Revista de Fisiología Aplicada, 117(6), 545-552.
Crisafulli, A., et al. (2009). Dinámica cardiovascular durante la inmersión en agua a diferentes temperaturas. Journal of Applied Physiology, 106(3), 873-880.
Cui, J., et al. (2010). Modulation of heart rate variability during passive heating. European Journal of Applied Physiology, 108(2), 279-285.
Dubois, G. R., et al. (2016). Efectos de la hidroterapia sobre el dolor y la función en la fibromialgia. Revista de Reumatología, 43(3), 499-506.
Garfinkel, M., et al. (1994). Evaluation of a Yoga Based Regimen for Treatment of Osteoarthritis of the Hands (Evaluación de un régimen basado en el yoga para el tratamiento de la osteoartritis de las manos). Journal of Rheumatology, 21(12), 2341-2343.
Hamer, M., et al. (2006). The effects of exercise and relaxation on adrenal steroid hormone production as related to induced stress. Psychosomatic Medicine, 68(6), 811-817.
Horne, J. A., & Reid, A. J. (1985). El baño caliente reduce la latencia del sueño. Nature, 313(5999), 329-331.
Johnson, J. M., et al. (2014). Mecanismos de vasodilatación cutánea durante la hipotensión post-ejercicio. Journal of Applied Physiology, 117(2), 216-223.
Kamiya, A., et al. (2019). Actividad autonómica cardíaca durante el baño y la sauna: un estudio comparativo. Revista de Antropología Fisiológica, 38(1), 1-7.
Krauchi, K., & Deboer, T. (2010). La interrelación entre la regulación del sueño y la termorregulación. Frontiers in Bioscience, 15, 604-625.
Melzack, R., y Wall, P. D. (1965). Mecanismos del dolor: una nueva teoría. Science, 150(3699), 971-979.
Morgan, P. J., et al. (2013). A randomised controlled trial of the effects of hydrotherapy on cortisol levels in individuals with chronic stress. Journal of Psychosomatic Research, 74(1), 83-89.
Petrofsky, J. S., et al. (2013). El efecto del calor en la señal EMG de superficie. European Journal of Applied Physiology, 113(1), 165-177.
Sears, M. E., et al. (2012). Desintoxicación clínica: eliminación de contaminantes orgánicos persistentes y metales. Journal of Environmental and Public Health, 2012, 1-11.
Shibasaki, M., & Crandall, C. G. (2010). Mecanismos y controladores de la sudoración ecrina en humanos. Frontiers in Bioscience, 2, 685-696.
Stein, C. (1990). Opioid receptors on primary aferent sensory neurons. Advances in Pain Research and Therapy, 15, 71-78.
Tzschoppe, S., et al. (2014). Efectos de la terapia térmica en los parámetros cardiovasculares en voluntarios sanos. Revista Internacional de Biometeorología, 58(7), 1287-1292.
Zeidan, F., et al. (2010). Mindfulness meditation improves cognition: Evidencia de un breve entrenamiento mental. Consciousness and Cognition, 19(2), 597-605.
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